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Es nuestra responsabilidad hacer del mundo el lugar en el que nos gustaría vivir.
Existen ciertas épocas del año donde la sensibilidad aflora dentro de las personas y todos queremos y tenemos buenas intenciones. Las navidades, por ejemplo, es una de ellas. Es el momento de las ONG, de los apadrinamientos, de las donaciones. En fin, es época de las buenas obras que, en la mayoría de los casos, no pretenden otra cosa que aliviar las conciencias de unos cuantos.
Vivimos preocupados solamente por nuestro propio bienestar, ya tenemos bastante con superar nuestro propio día a día. ¿Por qué no pensamos en ese día a día de aquel que únicamente tiene un objetivo y es el de sobrevivir?
Parémonos durante 10 minutos al día y dediquémonos a leer la prensa. Titulares como: el Senado de EEUU aprueba nuevos fondos para la guerra de Irak… el drama del Congo… los niños también pasan a ser el objetivo de los narcos…
Si tenemos la oportunidad de ver los informativos durante la comida, muchas de las imágenes nos tendrían que remorder la conciencia y, en cambio, nos metemos el bocado en la boca y miramos hacia otro lado. ¿Cómo hemos llegado a ello?
¿Por qué nos hemos vuelto tan ciegos para no ver que en realidad a los que hacemos daño con nuestra actitud es a nosotros mismos? ¿Es este el mundo en el que nos gustaría vivir?
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